El Campo Energético del Colectivo Humano (CECH)



La investigación de Halberg, Persinger, Braud y docenas de otros ha demostrado que el campo geomagnético del Sol afecta el campo geomagnético de la Tierra, el cual afecta nuestro campo electromagnético personal, incluyendo nuestros ritmos críticos del corazón y del cerebro. En un futuro próximo esto se mostrará como una calle de dos vías. Es decir, los seres humanos, en un nivel colectivo —energéticamente a través de su radiación emocional— pueden influir en la Tierra y en nuestro más extenso sistema solar.

Citaré un ejemplo como evidencia de esta interacción. NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica - National Oceanic & Atmospheric Administration), con la finalidad de estudiar y prepararse para las anomalías importantes del clima como huracanes, tiene varios satélites geosincrónicos que supervisan una variedad de influencias del clima, incluyendo las fluctuaciones geomagnéticas de la Tierra. Dos de sus satélites en 2001, GOES 8 y 10, orbitando geosincrónicamente en lados opuestos de la Tierra, produjeron una sugestiva vista de cómo los energéticos colectivos humanos pueden influir en el campo geomagnético de la Tierra.

Como el gráfico siguiente muestra, estos dos satélites, orbitando en lados opuestos sobre el Ecuador de la Tierra a una altitud de 35 000 kilómetros, detectaron un pico significativo en el flujo geomagnético de la Tierra cuando el evento del 11 de septiembre de 2001 comenzó y un creciente nivel de incoherencia o flujo continuado se desarrolló cinco días después del acontecimiento.

No estoy intentando postular una teoría científica, meramente, si lo deseas, sigo esta progresión lógica. Los seres humanos emanan un campo electromagnético —el corazón que es su fuente más poderosa, irradiando hacia fuera un patrón toroidal, fluyendo constantemente a 2.5-4.5 metros desde el cuerpo. Este patrón energético cambia de forma constantemente al pensar diversos pensamientos y sentir diversas sensaciones. Los sentimientos de nuestro corazón tienen el efecto más grande en el patrón firma de nuestro campo electromagnético.

Cuando ocurre un acontecimiento tan dramático como el incidente del 11 de septiembre de 2001, se afecta el campo electromagnético humano colectivo más profundamente que lo usual, porque afecta a un porcentaje mucho más grande de la población total en el nivel emocional. Para ayudarte a visualizar esto, imagina una niebla de luz que rodea todo el planeta, representando el Campo Energético del Colectivo Humano (CECH). Es una cuestión de cocientes; como individuos, mientras agreguemos más ingredientes de estrés, miedo e incertidumbre, más incoherente e inestable se vuelve el CECH, lo que a su vez es detectado instantáneamente por la Tierra y es procesado en su propio campo geomagnético.
Es decir, los planetas y las estrellas nos afectan y nosotros, a la vez, los afectamos. Esta es la interconexión de la consciencia en el nivel de la energía, o campos entretejidos de energía que resuenan, se enredan e informan. Es como una sinfonía de sonidos y ondas de luz que emanan del CECH, interactuando con la sinfonía de sonido y ondas de luz emanando del Campo Geomagnético de la Tierra (CGT). Los dos —el CECH y el CGT— danzan juntos en un intercambio energético recíproco, y es por esta razón que lo que sucede con el CECH puede facilitar u obstaculizar la capacidad de la Tierra para cambiar y desarrollarse con gracia.

Permite que haga este punto más práctico. Hemos visto la idea-virus del calentamiento global difundirse a través de las noticias y entrar a nuestras escuelas, gobiernos, negocios e incluso a los cuarteles religiosos. El mundo parece listo para hacer los cambios que son del mejor interés para nuestro planeta, simbólicos del papel de la humanidad como guardián de la Tierra. La humanidad es consciente de cómo su insensibilidad ecológica ha creado condiciones nefastas en el planeta; condiciones que, desenfrenadas, pueden crear catástrofes enormes en el clima, la geología y los cambios sociales. Así pues, nosotros tenemos motivación y conocimiento, pero ¿estamos de acuerdo en los planes de acción y el compromiso interno de implementarlos?

¿Qué facilitará la transformación de este conocimiento y hechos para ponerse de acuerdo sobre un plan de acción y sobre un compromiso para su implementación? Si podemos ser cada vez más conscientes de que la humanidad y la Tierra danzan juntas en los lúcidos reinos de la expansión evolutiva, que hay una interconexión y que esta interconexión es mutuamente sensible y fortificante, quizá entonces giraremos la llave. Cuando consideremos como vital el CECH para nuestro bienestar y claridad de nuestra conexión con la Tierra no sólo giraremos la llave, abriremos la puerta y caminaremos por ella hacia la dimensión siguiente… juntos.